
Dios busca un pueblo comprometido con Él, y algunos cristianos ante cualquier indisposición dejan de asistir a las reuniones (sin embargo se esfuerzan para asistir al trabajo).
Muchos ignoran o se olvidan que el enemigo también puede causar opresiones y enfermedades, que al reprender con autoridad terminan, o disminuyen.
Lo mismo sucede en los días de ayuno congregacional, una persona enferma (de acuerdo al tipo de enfermedad) podría ayunar igual, incluso asistir a la reunión. Solo en caso que la enfermedad sea muy fuerte podría ausentarse o dejar de ayunar, siempre y cuando pida dirección en oración al Señor en oración, quién le guiará a través de la Palabra.
Dios es el sanador de su pueblo, y siempre responderá al clamor de su pueblo.
• 2da. de Corintios 11:29-30 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad.
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