El mensaje apunta a todos los “maridos”. Algunos no toman la autoridad como cabezas del hogar como Dios lo establece, o lo toman a medias; otros ni lo ejercen.
Cuando la cabeza de la familia comienza a ceder ante la presión o el desinterés, deja de ejercer autoridad.
Algunos simplemente dejan que las esposas tomen las decisiones por pura comodidad, dejando todo en sus manos; otra forma de hacerlo es siendo permisivos con los hijos, sin aplicar la justicia de Dios sobre ellos (no corrigen, no castigan, consienten caprichos, etc).
Ante los ojos de Dios, el marido es el sacerdote del hogar, siempre. Y tiene que ocupar su posición.
• Efesios 5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.