Que la mujer aprenda en silencio y con toda sujeción, pues no permito que la mujer enseñe ni ejerza dominio sobre el hombre, sino que guarde silencio.
¿Puede una mujer cristiana predicar?
¿Ser pastor es un ministerio exclusivo de los hombres?
Guiados por el Espíritu Santo compartimos estas respuestas:
Para que una mujer sirva al Señor en la predicación y enseñanza en una congregación es necesario que esté casada, "con un cristiano", solo así podrá servir en un altar. De ninguna manera puede enseñar en una congregación siendo soltera.
En cambio si una mujer cristiana enseña la Palabra a los nuevos en la fe, fuera del altar, está totalmente permitido si está preparada en conocimiento, pues es parte de la gran comisión de ganar almas para Cristo y predicarles; hacer esto no es lo mismo que enseñar desde un púlpito.
También está permitido por el Señor que una mujer enseñe en un altar, cuando suple al marido, o siguiendo la dirección de este (bajo total sujeción).
Las viudas pueden tomar la rienda de una congregación (si el pastor principal muere, su esposa puede tomar su lugar).
En ciertos grupos neopentecostales especialmente se habla mucho del accionar de las mujeres conocido como “la unción de Débora", cuidado, esto no viene de Dios.
Sin embargo, Dios puede direccionar y hacer un “llamado” a una soltera, y levantarla como líder. Este caso puede darse solamente si tiene "el llamado del Espíritu" (esto no es muy común, pero se da solo conforme a la voluntad de Dios). La esposa de un pastor puede liderar una congregación, aún si su esposo está vivo, siempre con el respectivo llamado del Señor.
• Jeremías 1:5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
Ojo: La esposa de un pastor, no es necesariamente “pastora”. Pero, hay esposas de pastores que pueden liderar con sus esposos, si Dios así lo permite.
También puede suceder que una mujer, aún siendo esposa de un inconverso "reciba el llamado para ser líder", pero solo y únicamente si recibe el llamado de Dios mismo, de ninguna manera hacerlo en voluntad propia.
La mujer a ejercer el llamado -sea una viuda o la esposa del pastor- puede hacerlo ciertamente, pero es necesario que la mujer llamada esté preparada con conocimiento bíblico, si no es así no podrá enseñar ni ejercer ningún ministerio (igual, un varón sin conocimiento tampoco lo podrá hacer).
• Gálatas 3:28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Para entender estos versículos, debemos entender la situación en la que trabajaban Pablo y Timoteo. En el primer siglo de la cultura judía, a las mujeres no se les permitía estudiar. Cuando Pablo dice que las mujeres deben aprender en silencio y total sumisión, les está ofreciendo una sorprendente nueva oportunidad. Pablo no quiso que las mujeres de Efeso enseñaran porque aun no tenían suficiente conocimiento o experiencia. La iglesia en Efeso tenía un problema particular con los falsos maestros. Evidentemente las mujeres eran especialmente susceptibles a sus falsas enseñanzas (2Ti_3:1-9) porque todavía no habían recibido instrucción bíblica suficiente para poder discernir la verdad. (...) Pablo decía a Timoteo que no debía poner a nadie (en este caso, mujeres) en posición de liderazgo si todavía no era maduro en la fe (véase 5.22). El mismo principio se aplica a las iglesias hoy (véase la nota en 3.6).
Algunos interpretan este pasaje como que las mujeres nunca deberían enseñar en las reuniones de la iglesia. Sin embargo, otros comentaristas dicen que Pablo no prohibió siempre a que la mujer enseñara. La reconocida colaboradora de Pablo, Priscila, enseñó a Apolos, el gran predicador (Act_18:24-26). Además, con frecuencia Pablo menciona a otras mujeres que tenían posiciones de responsabilidad en la iglesia. Febe trabajó en la iglesia (Rom_16:1). María, Trifena y Trifosa eran obreras del Señor (Rom_16:6, Rom_16:12) así como lo fueron Evodia y Síntique (Phi_4:2). Es muy probable que Pablo haya prohibido a las mujeres de Efeso, no a todas las mujeres, que enseñaran (véase la nota en 2.9-15)