
“Hay pecados ocultos”
Una mínima mentirita no confesada ya es pecado, y mientras no se confiese, la mancha permanece.
Cada día, en el tiempo de oración el creyente diligente se escudriña con ayuda del Espíritu, limpiándose de todo pecado, grandes y pequeños. Al no confesarlos esos pecados ponen obstáculo a la oración y acarrean diferentes consecuencias.
- Salmo 139:23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos
- Isaías 1:18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
- Salmo 19:12 ¿Quién podrá entender sus propios errores? líbrame de los que me son ocultos.