Así como el agua es vital para la digestión de los alimentos; de la misma forma los cristianos necesitan “digerir” la Palabra de Dios y todo lo aprendido.
Esta digestión espiritual se da en la oración, cuando lo aprendido es tratado con el Señor (sea la intercesión, las luchas, las cargas, el perdón, el pecado, la sanidad, etc.) pero muchos “no sienten” orar, y por eso no oran.
Otros no oran porque se sienten mal, o porque tienen ganas de pecar, ¡las ganas de pecar no le hacen pecador a nadie!, que el cuerpo quiera pecar es señal que la carne está fuerte y necesita de oración.
Estas personas “creen” que solo se debe orar cuando lo sienten, pero eso es un gravísimo ERROR. La oración no puede depender de un "sentir". Al rechazar la oración diaria hacen lo mismo que las ovejas en el ejemplo, rechazan algo vital.
Todos tienen que orar todos los días, aunque no quieran hacerlo.
• Hechos 6:4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.