
Constantemente se abren puertas al pecado, enojos, rabietas, gritería, malos pensamientos. A través de esas puertas, el enemigo puede oprimir a una persona de diferentes formas, en otros casos éstas pueden ser influenciadas por espíritus demoniacos que inducen a más pecado, en otros casos pueden hasta causar enfermedades.
Es necesario que se cierren esas puertas de pecado, orando, confesando el error cometido, los malos pensamientos , los malos deseos, etc. y esforzarse por cambiar o cortar con tal pecado; de tal manera a que el enemigo no tenga cómo oprimir.
- 1Juan 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.