
Si bien no está mal cuidar el cuerpo, el cual es templo del Espíritu Santo, en un gimnasio el ambiente, la música, la exposición de cuerpos, pueden poner tropiezo.
Además, los sentidos y el deseo de los ojos son afectados. Entonces es mejor evitarlo.
El hijo de Dios puede hacer otras actividades físicas para cuidar y mantener el cuerpo saludable, pero un gimnasio podría también traer ataduras, por el mundo de vanidad y frivolidad que hay detrás del cuidado del cuerpo que está tan de moda; en especial los nuevos en la fe, que son más propensos a tropezar.
Asimismo, hay espacios públicos con equipamientos deportivos que sí pueden ser utilizados por los creyentes (cuidando su vestir), donde las condiciones son diferentes, no obstante, algunos tienen mucha concurrencia, y el ambiente podría ser igual al de un gimnasio, en tal caso también evitarlo, para guardarse a sí mismo y cuidar el testimonio.
Atención: Hay casos donde debido a una enfermedad o lesión es sugerido por un médico la actividad en un gym, en tal caso, buscar dirección del Espíritu.
1ra. de Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
Cuando hay dirección del Espíritu sí puede, mas el enfoque debe ser diferente: ayudar y edificar a desanimados, deprimidos, obesos, ancianos, etc. Tal lugar todo debería lucir diferente a un gimnasio mundano.