
La Palabra nos enseña que Jesús es la fuente de agua viva.
• Juan 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
Los creyentes que entienden esto, buscan y claman de corazón "dame de beber", hasta ser completamente saciados. Lastimosamente, los cristianos desconocen el gran valor de estas aguas, y no dan provecho de la fuente; la mayoría se conforma con muy poco, cuando podrían ser llenos de esas aguas.
Son pocas las personas que saben donde hallar esas aguas y se sumergen en ellas, es el río vivo de la presencia de Dios. Y es a través de la adoración íntima y congregacional donde esas aguas brotan; también al escudriñar la palabra con hambre y sed, y sobre todo en la oración genuina, la búsqueda de corazón del rostro del Señor.
• Ezequiel 47:5 Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. 8 Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas.
