“Ámense a ustedes mismos y a sus cuerpos”.
Es también un mandamiento: amarse a uno mismo, es parte de esa ley el amor al cuerpo -no al extremo de idolatrarlo, todo extremo es malo-, al amar el cuerpo, uno aprende a quererse tal cual es, se cuida en la salud, en la alimentación, cuida que descanse lo necesario, etc.
El error en que caen las personas es en creer en los estándares de belleza establecidos del mundo y se sienten “feos” al no estar en ese margen.
Dios creó todas las razas, y cada una tiene su gracia y belleza, al igual que todos los cuerpos, los hizo diferentes entre sí pero son obras del Arquitecto del todo.
Los cristianos ya no tienen que mirar los cánones de belleza del mundo, ni afanarse en ser estar dentro de esos modelos porque lo único que acarrean es aflicción, y siempre no podrán sentirse nunca satisfechos.
A cada persona Dios le dio su cuerpo, y cada quién es responsable de cuidarlo como corresponde. La estadía del hombre en la tierra es temporal, quienes alcancen el Reino, recibirán nuevos cuerpos glorificados, lejos a los cuerpos mortales que tienen mientras están en la tierra.
• Marcos 12:31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
• Lucas 12:25 ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?
• Efesios 5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos.
• 1Corintios 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.