Cuando se hace un llamado desde el altar para hacer un servicio a la obra del Señor, es necesario entender bien que el servicio prestado no es para el líder o el pastor, ni para la congregación en sí, sino es para Dios; si bien podría ser provechoso para estas partes, de igual manera todo debe ser hecho puestos los ojos en Dios, sin esperar ni exigir reconocimiento de hombres, ni siquiera agradecimientos.
Algunos se ofenden cuando no son exaltados públicamente luego de haber realizado algún servicio “x”, esto no debería ser así. Es más, los reconocimientos públicos podrían generar ciertos sentimientos como envidia, celos, rivalidades, vanagloria, y muchos sentimientos malos.
No es necesario ni conveniente realizar agradecimientos públicos a los que sirven.
Si una cristiano hizo algo bueno para la obra, sin que nadie se lo haya pedido, ciertamente se puede agradecer, pero de forma personal. Lo mismo se aplica a un grupo de personas que se organizan por una buena causa, los agradecimientos sean solo para tal grupo.
• Mateo 6:18b tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.