
El Señor podría obrar con alguien como se trata con un enfermo mental, al cual se lo ata a una cama para que no cometan locuras, pero no funciona así su justicia.
En el caso del creyente, si el deseo de pecar está en la mente y corazón, por más que se lo ate de pies y manos no servirá de nada, porque el deseo está dentro y debe ser la voluntad personal cortar con la maldad (se ve mucho con los adictos a drogas, a pornografía, a vicios -y más-).
Dios extiende la mano, pero no fuerza a nadie, cada quién decide qué hacer, obedecer o no. La negación es una decisión personal.
• Gálatas 5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.