
1ra. de Pedro 3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Hay gran exigencia en las congregaciones que la mujer se someta al esposo, sin embargo es pecado que el esposo no trate a su esposa como a “vaso más frágil”.
Cuando una copa de cristal se lava se la toma con cuidado para que no caiga, no resbale, no se raye ni se rompa. Es un mandato que de esa forma se trate a la esposa. Si bien el hombre también es frágil, la mujer lo es más.
Muchas mujeres reviven día a día golpes y heridas repetidas por los malos tratos, gritos, reacciones carnales, menosprecios, etc. causadas por los mismos esposos. Y como cualquier otro pecado, los esposos deben tratar en oración esta área que muchas veces es desatendida, de no hacerlo este pecado impide que las respuestas a las oraciones lleguen debido al estorbo que pone.