
Cuando una persona se estanca en su andar de fe, se puede comparar a un camino donde comienzan a crecer espinos, y mientras pasa el tiempo, las malezas cubren todo el sendero.
Cuando el cristiano no se esfuerza por orar, cambiar, el enemigo lo va atando al desinterés, apatía, pereza, que crecen como los espinos en su camino hasta que le cubre totalmente el paso y la persona ya no puede avanzar, luego retrocede, es así como el creyente se estanca totalmente en el ámbito espiritual.
De no haber cambios, se encamina a la muerte espiritual.
Por lo cual dice:
Despiértate, tú que ,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.