
Es así como el creyente comienza a ser flojo para orar, leer la Palabra, reverenciar a Dios, trabajar en la obra e incluso para alabar al Señor.
Estos espírtus se fortalecen cuando el cristiano no lo enfrenta, no lo reprende, y así lo someten a una vida espiritual infrutuosa.
Romanos 12:11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor